
Con la puesta en libertad de Ernesto Milá Rodríguez se ha puesto fin a un oscuro incidente protagonizado por el Ministerio del Interior, y que se inició a primeras horas de la mañana del pasado 15 de enero, cuando fueron detenidos simultáneamente en Barcelona y Valencia varios militantes de la extrema derecha. A los detenidos se les acusaba de estar implicados en la agresión a un estudiante de la Escuela de Magisterio de Barcelona, que había sido reivindicada por un autodenominado Ejército Revolucionario Español.La detención de Milá, contra el que había decretada una orden de búsqueda y captura por la sección segunda de la Audiencia Nacional, provocó una confusa información facilitada por el Ministerio del Interior, según la cual se había desarticulado una trama ultra y se había aprehendido a los responsables de los atentados perpetrados contra la estación de Bolonia y una sinagoga en París. La presencia en Barcelona de miembros de la policía francesa y de un juez italiano dio verosimilitud a la mencionada versión.
Diez días después de la detención de los presuntos integrantes de la trama ultra, la Audiencia Nacional decretó su libertad provisional. El único que continuó detenido fue Ernesto Milá, que se encontraba procesado por los presuntos delitos de manifestación ilegal y tenencia ilícita de armas, que dieron lugar a la instrucción del sumario 127/81 en el que aparecen otras 18 personas procesadas.
Milá fue provisionalmente trasladado desde Barcelona a la prisión de Alcalá, mientras la Audiencia Nacional se inhibía en favor de la Audiencia Provincial de Barcelona. Poco antes de Semana Santa la esposa de Ernesto Milá dirigió a la sala un escrito patético en el que reclamaba la libertad provisional de su marido.